Saturday, December 10, 2011

De la carne al plástico: un repaso a la historia de los crash test dummies

La historia del automóvil comienza en el siglo XVIII, cuando los caballos y mulas de tiro empezaron a verse sustituidos por motores de vapor. Sin embargo, no fue hasta el año 1885 cuando se creó el primer automóvil autopropulsado mediante un motor de combustión interna de gasolina. En 1886, su inventor, Karl Benz, solicitó la patente para el Motorwagen, el que es oficialmente considerado y reconocido como el primer vehículo automotor de la historia. Pero los accidentes de tráfico no llegaron al tiempo del Motorwagen. La primera muerte se registró en 1869, diecisiete años antes de que Benz desarrollase su invento. La víctima, Mary Ward, una científica aficionada irlandesa, viajaba con su marido, sus sobrinos y la institutriz de éstos en un coche de vapor fabricado por ellos mismos cuando un bache provocó que cayera del vehículo y fuera atropellada por él, perdiendo la vida de forma instantánea debido a un fuerte golpe en el cuello. La primera muerte por accidente de tráfico se registró en Irlanda en 1869Por suerte, la seguridad en los coches ha mejorado sustancialmente desde entonces. Chasis más resistentes y capaces de absorber una mayor cantidad de energía en caso de colisión, cinturones de seguridad, airbags y un sinfín de sistemas electrónicos como el ABS, ESP y control de tracción forman parte de nuestra conducción diaria. Pero como en todas las historias, en la de la seguridad automotriz también existen los eternos olvidados, a los que debemos agradecerles la vida de muchas personas. Se trata de los crash test dummies, o maniquís de pruebas de choque en su traducción al español. Réplicas casi perfectas de humanos, tanto en tamaño como en peso, articulaciones, etc., capaces de recoger todos los datos relativos a las fuerzas a las que se vería sometido el cuerpo humano en caso de accidente, insustituibles e indispensables para el desarrollo de nuevos vehículos. Conozcamos su historia. Los primeros pasos
Los primeros dummies se utilizaron para probar la fiabilidad de los asientos eyectores de las aeronaves del ejército americano. John Strapp es considerado el padre de los dummies, y el líder de su desarrollo. Este coronel de la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos dedicó gran parte de su carrera profesional a investigar los efectos de las fuerzas de aceleración y deceleración en humanos con el propósito de mejorar los sistemas de sujeción de los pilotos al asiento de sus aviones. Sin embargo, en el curso de sus investigaciones se dio cuenta de que el número de soldados que resultaban heridos en accidentes de tráfico cuando conducían hacia la base era muy superior al de los que sufrían un percance con sus aviones. Los dummies nacieron para probar la fiabilidad de los asientos eyectores de los aviones del ejército americano De esta forma, Strapp se convirtió en uno de los impulsores del uso del cinturón de seguridad, y también en el primero que utilizó dummies con el objetivo de mejorar la seguridad en los coches, para demostrar las diferencias entre las lesiones provocadas en un accidente con y sin cinturón de seguridad. De la carne al plástico
Los dummies no fueron siempre tan avanzados como lo son ahora. Por eso sus antecesores directos en las pruebas de choque no eran de plástico, sino de carne y hueso. Durante años, la industria automotriz ha utilizado voluntarios, cadáveres humanos y animales para comprobar los efectos de los accidentes en el cuerpo. Normalmente los accidentes con voluntarios vivos se recreaban a velocidades no superiores a los 9 km/h, suficiente para medir la aceleración del cuerpo, pero demasiado bajas como para causar lesiones importantes a los voluntarios. La información recogida en estas pruebas fue vital para la construcción de los dummies. A pesar de que muchos fabricantes lo niegan, el uso de cadáveres humanos sigue siendo una práctica habitual en las pruebas de choqueEl problema vino a la hora de construir dummies con dimensiones propias de un niño, ya que en este caso la información resulta mucho más difícil de conseguir. No se pueden hacer tests con niños voluntarios, ni tampoco con cadáveres de niños, por lo que toda la información tiene que ser recogida a partir de los accidentes reales, recreando sus condiciones y analizando las lesiones de los pasajeros de los vehículos siniestrados. En cuanto al uso de cadáveres, a pesar de lo polémico que pueda resultar, sigue siendo una práctica habitual en numerosos laboratorios. Y es que los dummies pueden resultar muy útiles a la hora de medir aceleraciones, pero no tanto cuando se trata de comprobar lesiones internas y el estado en el que terminan los órganos después de abrir un airbag a quemarropa sobre el pecho de una persona. A pesar de que se ha avanzado mucho en este campo, los modelos informáticos aún están lejos de la perfección. No obstante, muchos fabricantes han negado en innumerables ocasiones que utilicen cadáveres en sus pruebas por miedo a la reacción de la opinión pública, capaz de asociar la coherencia, la responsabilidad y la necesidad de ensayos fiables con una imagen de marca profundamente negativa. La evolución de los dummies: series Hybrid I, II y III El primer dummy construido data de 1949. Se trataba de Sierra Sam, un maniquí creado por el investigador Samuel W. Alderson para probar los asientos eyectables y arneses de seguridad de los aviones de la armada. Sin embargo, tanto este como los que fueron apareciendo en esa misma época resultaban demasiado primitivos como para cubrir todas las necesidades de los fabricantes en materia de pruebas de choque. Precisamente por eso, General Motors presentó en 1971 el Hybrid I, un dummie masculino de percentil 50 (es decir, de altura, peso y proporciones medias) que combinaba y mejoraba las características de los modelos disponibles hasta el momento. Con posterioridad se presentó la versión femenina del Hybrid I, y tras ésta, el Hybrid II, que se convirtió en el primer dummy que cumplió con el estándar norteamericano para ensayos de cinturones de seguridad. El Hybrid III de GM sirvió como base para futuras simulaciones tan sorprendentes como el T.H.U.M.S. de ToyotaSin embargo, la fiabilidad de estos dummies no alcanzaba niveles aceptables para GM, que siguió investigando y desarrollando nuevas fórmulas, hasta la presentación en 1976 de la serie Hybrid III, que ha ido ampliándose con el paso de los años hasta contar con una versión masculina de percentil 50, otra de percentil 95, una femenina de percentil 5, y las recreaciones de un niño de seis años de edad y otro de tres. A pesar de que el Hybrid III sigue teniendo sus limitaciones, el diseño versátil y la posibilidad de intercambiar sus partes permiten adaptarlo a las necesidades del choque a investigar. Además, este dummy sirvió como base para numerosos modelos con características individuales que los convierten en ideales para las distintas pruebas. Entre ellos destaca T.H.U.M.S., el dummy de Toyota que alcanzó el año pasado su versión 4.0 y que incluye estructura ósea, órganos internos y toda la instrumentación necesaria para conseguir información fiable acerca de las lesiones causadas por los accidentes en el organismo. No sólo de dummies vive el hombre Sin embargo, a pesar de todos los avances en seguridad y de la reducción del número de muertes que estos han supuesto, sigue siendo responsabilidad de todos conducir de forma coherente, respetando las normas de circulación, sobre todo aquellas que no sólo nos afectan a nosotros. El número de víctimas mortales en accidentes de tráfico descendió un 9.1% en 2010 respecto al año anteriorY es que un accidente de tráfico no es sólo dramático para el que lo ocasiona, sino también para el que se ve involucrado en él sin tener nada que ver, y las familias y seres queridos de todos las víctimas. Los accidentes de tráfico se llevaron en el 2010 la vida de 1.730 personas sólo en España, y 7.954 heridos graves. Por suerte, esta cifra de defunciones supuso una reducción del 9,1% con respecto a la del año anterior, pero aún queda un gran trabajo por hacer para que estos números sigan bajando. El peso de este trabajo no puede recaer sólo en los fabricantes y en los gobiernos. Como ya hemos dicho, es responsabilidad de todos mantener una actitud segura al volante, pues ni todos los dummies del mundo podrán salvarnos si conducimos de forma temeraria a altas velocidades y bajo los efectos del alcohol. Fuentes: The Engineer | Toyota | Wikipedia | Wired | Jalopnik | Autoevolution | El País

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