Si alguna crisis reciente se puede asemejar a lo que estamos viviendo estos días, probablemente lo podemos encontrar en la crisis que empezó a vivir Japón a principios de los años 90.
Japón durante la década de los ‘80 y anteriormente, vivió un periodo de alto crecimiento económico, la ausencia de inflación, hizo que el Banco Central Japonés relajara su política monetaria y siguiera apoyándo una política monetaria expansiva con la que seguir alimentando el crecimiento. Esto tuvo principalmente dos consecuencias. En primer lugar el exceso monetario se produjó una fuerte inflación de activos (Bolsa y Inmobiliario), a finales de lo ‘80 la Bolsa japonesa cotizaba a un PER de cerca de 80 veces, y los precios inmobiliarios se habían multiplicado por 5 veces en el periodo 1985-1990. El valor de los terrenos del Palacio Imperial de Tokio superaba al valor inmobiliario de toda California y sólo el valor inmobiliario del área metroplitana de Tokio superaba el valor inmobiliario de todo EEUU.
Igualmente la política monetaria expansiva relajó las condiciones de préstamos bancarios que apoyados en unas garantías sobre unos activos que sólo incrementaban su valor la banca japonesa se sentía tranquila financiando lo que fuera.
Hasta aquí, y salvo quizás por la magnitud de la burbuja de activos, me parece que la historia nos es familiar, lo que vino a continuación me temo que también os sonará.
A principios de 1990 la burbuja en bolsa se empieza a pinchar, lo mismo ocurre con el inmobiliario, inmediatamente aparecen problemas en el sistema financiero que ve cómo el valor de las garantías que soportan los prestamos concedidos se empiezan a esfumar. La morosidad empieza a repuntar con fuerza, muchos bancos entran en quiebra técnica y en consecuencia empiezan a contraer drásticamente la concesión de créditos. La economía entra en espiral negativa, sigue cayendo el valor de los activos, las empresas entran en problemas y los bancos se ven arrastrados. Muchas entidades financieras empiezan a desaparecer, el banco central japonés intenta estimular la economía, los tipos se sitúan prácticamente al 0% y el Gobierno empieza a aplicar una agresiva política fiscal expansiva. La economía no reacciona a los estímulos, y entra en deflación lo que desincentiva el consumo y la inversión y agrava el peso de la deuda. En 10 años, el Gobierno Japonés pasa de tener un superávit fiscal del +2,9% a un déficit del -7,7% en 2002.
¿Y cómo vive la Bolsa Japonesa esta situación?
Pues es un auténtico desastre. En la Fase 2 cuando se empieza a pinchar la burbuja bursátil, tenemos un rápido descenso. Desde Diciembre de 1989 a Agosto de 1990 el Nikkei pasa de casi los 39,000 puntos a los 26.000, una caída del 30%..tiene unos meses de tregua para volver a caer con fuerza hasta niveles cercanos a los 16.000 puntos en Junio de 1992. En total un -60% de caída en poco más de 1 año y medio.
A partir de ese momento en un Fase 3, la bolsa japonesa entra en una especie de movimiento lateral, y hasta febrero del 2003 se mueve entre los 13.000 y los 20.000 puntos. En la Fase 4 el pinchazo de las punto.com acaba de rematar al mercado bursátil Japonés que se desmploma hasta los 7.500 puntos en Abril del 2003. Es decir 13 años después del inicio del pinchazo de la burbuja Japonesa, el índice Nikkei había perdido un -81% de su valor.
Lo pero es que a día de hoy casi 18 años después el Nikkei sigue en el nivel de los 8.500 puntos, a un nivel un -78% más bajo que su máximo de 1989.
Todo esto no significa que vaya a pasar lo mismo con la Bolsa Española, pero si que nos puede dar alguna pista de lo que puede pasar cuando pincha una burbuja de activos, los bancos entran en problemas y cierran el grifo de los préstamos, la economía entra en deflación, los tipos caen a niveles del 0% y los Estados empiezan a asumir fuertes déficits.
A favor que probablemente la burbuja de activos Española no tenga el tamaño de la Japonesa. En contra que no contamos con el potente tejido industrial japonés y que en dicho país, a pesar de todo, por ejemplo la tasa de paro no había superado el 5,2% en 2002.
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